Dr. José Abellán Alemán

Director de la Cátedra de Riesgo Cardiovascular

Universidad Católica de Murcia

Un factor de riesgo cardiovascular es un predictor estadístico de enfermedad cardiovascular, es decir su presencia se relaciona con la aparición posterior de daño vascular. Existen una serie de ellos que forman parte de las características personales del individuo y sobre los que no se puede intervenir, como son el sexo varón, la edad, la historia familiar de enfermedades cardiovasculares en parientes cercanos, varones por debajo de 55 años o mujeres por debajo de 65 años. Sin embargo, otros pueden ser objeto de intervención y control como la hipertensión arterial, la elevación de la tasa de colesterol en la sangre, la diabetes, la obesidad, el tabaquismo, el sedentarismo, etc. La preocupación por parte de las organizaciones médicas sobre este tema ha ido adquiriendo relieve al advertir que en nuestro medio las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de muerte. La expresividad de tales cifras guarda relación con la extensión entre la población de dichos factores de riesgo cardiovascular. 

En España  la mortalidad cardiovascular no adquiere tintes tan dramáticos como en Estados Unidos y en los países del norte de Europa, sino que mantiene un nivel parecido a los países de su entorno mediterráneo con tasas inferiores a los otros países desarrollados europeos, pero es la primera causa de muerte. Sin embargo un dato especialmente alarmante es tratar de analizar la tendencia evolutiva de dicha mortalidad y para ello debemos estudiar la extensión y las tendencias de los factores de riesgo más importantes en la población, así como las tasas de su control. Acciones encaminadas a controlar los factores de riesgo cardiovascular en diversos países se han traducido en una disminución de las enfermedades provocadas por ellos y de la mortalidad cardiovascular.

Según un reciente estudio, la incidencia de infarto agudo de miocardio entre los varones españoles de 25 a 74 años es de 194 por 100.000 habitantes y la de las mujeres de la misma edad de 38. Véase la diferencia y porque el ser varón es ya de por sí un factor de riesgo, debido entre otras cosas a que durante la etapa fértil de las mujeres los estrógenos protegen su árbol vascular. La mortalidad tras sufrir un infarto de miocardio en España es elevada, el 39% fallece al mes de haberlo padecido, muchos de los supervivientes ven condicionada su vida con limitaciones importantes. La incidencia de accidentes cerebrovasculares es menor, pero es la tercera causa de muerte y la causa cardiovascular más frecuente entre las mujeres españolas. Constituye la primera causa de invalidez y consume el 5% del presupuesto de salud, amén de cuantiosos gastos sociales.

Los españoles nos reproducimos poco ya que mantenemos una tasa bruta de natalidad de 11 nacimientos por 1000 habitantes que es de las más bajas del mundo y para dentro de 25 años se estima que llegaremos a tener 9/1000. Consecuentemente el envejecimiento poblacional, unido al aumento de la expectativa de vida nos depara un gran colectivo de personas mayores de 65 años. Actualmente el 21,4% de la población española es mayor de 65 años, es decir tenemos unos 9,2   millones y las previsiones para los próximos 25 años es a tener un colectivo del 28,3% de la población, es decir unos 11,3 millones. Consecuentemente la tasa de procesos crónicos cardiovasculares irá en aumento en un futuro próximo.

La hipertensión arterial afecta a la tercera parte de la población adulta española, es conocida por las dos terceras partes de los afectados, permaneciendo una tercera parte de ellos sin diagnosticar. Sin embargo, el control adecuado de las cifras tensionales se alcanza sólo en el 20% de los casos. Resulta curioso que disponiendo de medios y recursos suficientes para tratar y controlar a la mayoría de los hipertensos, sólo se beneficien de buen control una minoría. Es preciso intensificar los tratamientos y mejorar la observancia de las indicaciones prescritas.

La hipercolesterolemia afecta también a una cuarta parte de los españoles. Existe un amplio sector que desconoce sus tasas de colesterol en sangre. Aquí si que es preciso concienciar a la población de que los tratamientos son los que otorgan un control del riesgo cardiovascular y que las vacaciones terapéuticas no se pueden consentir ya que es muy frecuente abandonar estacionalmente los tratamientos. Existe la creencia generalizada de que una vez que se alcanzan los valores normales de colesterol se abandona el tratamiento como si este se curara. Las dislipemias se pueden controlar con el tratamiento pero no se curan.

Actualmente mantenemos en nuestro país un colectivo de 2,4 millones de diabéticos, las expectativas son para dentro de 25 años de tener unos 3 millones de diabéticos. La base del control de la diabetes es dieta y ejercicio. Una sociedad con hábitos sedentarios y con tendencia al sobrepeso está en grave peligro de desarrollar tasas altas de diabetes.

Se declara fumadora el 36% de la población adulta española, un 49% nunca ha fumado y un 15% son exfumadores. Estas cifras tienen una ligera tendencia a la baja si las comparamos con las de diez años antes. Sin embargo, lo más preocupante de este factor que es el más prevalente, es la incorporación al hábito de jóvenes a edades cada vez más tempranas y que entre los jóvenes las chicas fuman ya tanto o más que los chicos.

El factor que más rápidamente está creciendo entre nosotros es la obesidad, hace 10 años  entre la población mayor de 20 años presentaban un índice de masa corporal superior a 30 el 7% de los varones y el 8% de las mujeres. Actualmente estas cifras han pasado a ser el 13% de los varones y el 14% de las mujeres.

Declaran una actividad física sedentaria el 32% de los españoles en su trabajo y el 45% en su tiempo libre. Siendo menos del 20% los que tienen una actividad física intensa o regular.

Este panorama configura que un 75% de la población mantenga al menos uno de los llamados factores de riesgo cardiovascular mayores. Sin embargo pese a la extensión del problema llama la atención que la incidencia de enfermedades cardiovasculares con ser importantes, no alcancen los niveles de otros países europeos, pese a no diferir mucho en la prevalencia de los factores de riesgo cardiovascular. Se habla de factores protectores que entrarían dentro de las características de nuestra forma de ser mediterráneos no sólo de la dieta sino de un conjunto de normas y creencias que hacen de nosotros un estilo peculiar de enfrentarnos a la vida.

Tras esta exposición quedaría como corolario de lo expuesto que cuidar de la salud cardiovascular de nuestra población entra dentro de nuestra preocupación como médicos, pero forma parte de su responsabilidad como ciudadanos. Muchos de estos factores, el tabaco, el sedentarismo, la obesidad, los malos hábitos dietéticos son adquiridos y pueden modificarse.  Sin la colaboración y concienciación de los afectados poco podemos lograr.

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